¿Qué juguetes comprar a mis hijos? Es la pregunta que se hacen muchos padres cuando sus hijos están en edad de jugar. Los Ópticos optometristas debemos recordar que los mejores juguetes son aquellos que ayudan a los niños a desarrollar sus capacidades visuales y auditivas. Además, es fundamental elegir juguetes que no sean dañinos para la vista de nuestros hijos.
Es importante también que los padres jueguen con sus hijos, sobre todo en edades comprendidas entre tres y seis años esto les permitirá entre otras cosas descubrir «si tienen problemas para identificar colores o para coger un objeto, porque no lo ven bien, calculan mal las distancias o tienen un campo visual limitado». En caso de que está situación ocurra, el niño debe de acudir a un profesional de la visión para realizar un diagnóstico temprano de un posible problema visual.
Además, los padres deben tener en cuenta «en todo momento» las recomendaciones de los fabricantes, «en especial de aquellos juguetes que presenten sonidos estridentes y lentes o espejos que puedan concentrar la luz, como lupas, telescopios, microscopios o prismáticos, ya que pueden provocar quemaduras graves en los ojos si no se utilizan de forma adecuada y bajo la supervisión constante de un adulto»
Por otro lado, es fundamental para el desarrollo de las capacidades visuales, que los niños practiquen juegos al aire libre, ya que permiten que no se estimulen siempre en un entorno próximo. En el juego al aire libre, las actividades que se realizan requieren más visión de lejos que de cerca, y a mayor uso de la visión de lejos, menos miopía.
Y de los VIDEOJUEGOS, ¿SÍ O NO?
Cada vez se consagra más como un regalo estrella ya que es deseado por los niños desde temprana edad. En los últimos años se han vertido numerosas opiniones sobre las consecuencias que estos juegos tienen para los niños. En lo referente a la salud visual los últimos estudios señalan que los videojuegos pueden ser muy positivos para el desarrollo de la visión de los más pequeños.
Se ha comprobado que el uso de los videojuegos permiten mejorar la sensibilidad al contraste, es decir, la capacidad de detectar ligeras variaciones de tonos y de luminosidad. Además permiten que los niños desarrollen una memoria visual espacial más completa y que perciba con más rapidez los estímulos visuales.
Por otro lado, los videojuegos ayudan a mejorar la capacidad de concentración de los niños, ya que están obligados a estar atentos a todo lo que ocurre en el juego. Y contribuyen a desarrollar los reflejos y hacer más rápida la coordinación ojo-mano.
Todos estos beneficios no implican que el niño pueda estar jugando con videojuegos sin ninguna limitación, se recomienda que los menores de 12 años no jueguen durante más de 30 minutos al día, mientras que los más mayores pueden jugar hasta 1 hora diaria.
Hay que recordar que la utilización abusiva de este tipo de juegos puede acarrear problemas de salud y hábitos sedentarios, además de provocar la acomodación de los ojos que puede derivar en miopía por exceso de acomodación.
Como recomendación, podríamos orientar, que en lugar de utilizar las pantallas tan pequeñas de las videoconsolas de bolsillo, practiquen con sus videojuegos en la televisión, esto permite que la distancia entre la pantalla y sus ojos y el tamaño de las imágenes sea mayor. El uso de los videojuegos de bolsillo provoca que los niños se coloquen las pantallas demasiado cerca de los ojos y adquieren posiciones poco recomendables, tumbándose en la cama o en el suelo. En el caso de los ordenadores, las pantallas suelen estar en muebles adaptados para los adultos, lo que obliga a los niños a forzar su postura, con la cabeza inclinada hacia arriba para poder jugar.
Por lo tanto, si bien los videojuegos pueden ayudar al desarrollo visual, se recomiendan a los padres tener muy en cuenta todas estas recomendaciones, sin dejar de estar muy atentos a los posibles signos de cansancio visual en el niño por el uso de los videojuegos, ya que pueden indicar un problema visual o que se le está dedicando demasiado tiempo a esta actividad. Entre los síntomas más comunes están los ojos rojos, el lagrimeo, dolores de cabeza o que el niño se acerca demasiado a la pantalla o entrecierra los ojos para ver mejor y por supuesto si observa alguno de estos signos, no deje de acudir a su óptico optometrista, profesional sanitario especializado en el cuidado de la visión.